La política española ha estado marcada por una serie de elecciones y cambios de poder que han definido el rumbo del país en las últimas décadas. Sin embargo, un fenómeno recurrente ha sido la tendencia de los presidentes del Gobierno a perpetuarse en el poder, lo que plantea interrogantes sobre la salud de la democracia en España. Este artículo explora la historia reciente de la política española, analizando cómo los líderes han logrado mantenerse en el poder y las implicaciones de esta dinámica para el futuro del país.
La historia de la democracia española desde 1977 ha estado marcada por una serie de elecciones que han visto a diferentes líderes en la Moncloa. Desde Adolfo Suárez hasta Pedro Sánchez, cada presidente ha enfrentado desafíos únicos, pero todos han compartido un objetivo común: permanecer en el poder. A lo largo de estos años, se han producido alternancias en el poder, pero también una notable continuidad, lo que sugiere que el sistema político español tiene características que favorecen la permanencia de ciertos líderes.
Uno de los aspectos más destacados de esta tendencia es la capacidad de los presidentes para ganar elecciones. De las trece ocasiones en que los inquilinos de la Moncloa se han presentado a las elecciones, han logrado permanecer en el cargo en doce de ellas. Este dato es revelador y plantea la pregunta de por qué los líderes que ocupan el cargo tienen una ventaja tan significativa sobre sus oponentes. La respuesta puede encontrarse en la estructura del sistema político español, que, aunque es una democracia parlamentaria, funciona de facto como un régimen presidencialista.
### La Ventaja del Cargo
La posición de presidente del Gobierno en España otorga una serie de ventajas que son difíciles de igualar para los líderes de la oposición. En primer lugar, el control sobre el Boletín Oficial del Estado y la capacidad de influir en políticas públicas, como la retribución de pensionistas y funcionarios, otorgan un poder considerable al presidente. Esto crea una situación en la que el presidente puede utilizar recursos del Estado para consolidar su posición y ganar apoyo electoral.
Además, la personalización del poder en la figura del presidente ha aumentado con el tiempo. Desde la era de la televisión hasta la actual dominación de las redes sociales, los líderes han aprendido a utilizar estos medios para construir una imagen pública que les favorezca. Esta personalización del poder puede llevar a una especie de culto a la personalidad, donde la figura del presidente se convierte en sinónimo del Estado mismo. Esto es particularmente evidente en el caso de Pedro Sánchez, quien ha sido criticado por su estilo de liderazgo y por su aparente disposición a gobernar sin el parlamento.
La evolución del número de altos cargos y asesores en la Moncloa también es un indicador de esta tendencia. Mientras que Adolfo Suárez tenía solo ocho altos cargos, el número se disparó a casi 1,500 bajo el mandato de Sánchez. Esta expansión de la burocracia estatal no solo aumenta el control del presidente sobre la administración pública, sino que también crea una red de lealtades que puede ser utilizada para asegurar la continuidad en el poder.
### La Resistencia a la Alternancia
La resistencia a la alternancia en el poder es otro aspecto crucial de la política española. A pesar de las derrotas electorales, muchos presidentes han encontrado formas de mantenerse en el cargo. Por ejemplo, la reciente elección de 2023, donde Pedro Sánchez perdió ante Alberto Núñez Feijóo, no resultó en un cambio de liderazgo inmediato. En lugar de buscar un pacto o acuerdo, Sánchez optó por polarizar la situación, lo que sugiere que la estrategia de perpetuación del poder sigue siendo una prioridad para él.
Este fenómeno plantea preguntas sobre la salud de la democracia en España. Si bien es cierto que los líderes han sido elegidos a través de procesos democráticos, la capacidad de un presidente para mantenerse en el poder a pesar de las derrotas electorales puede erosionar la confianza pública en el sistema. La percepción de que el presidente puede manipular las reglas del juego para su beneficio personal puede llevar a un desencanto generalizado con la política y a una disminución de la participación ciudadana.
La propuesta de limitar el tiempo en el cargo a dos mandatos, como se ha sugerido en varias ocasiones, podría ser una solución para abordar este problema. Sin embargo, la implementación de tal medida requeriría un cambio significativo en la legislación y un consenso político que actualmente parece difícil de alcanzar. La cultura política en España, que ha permitido a los presidentes acumular poder y recursos, necesitaría ser reevaluada para fomentar una mayor rotación en el liderazgo.
En última instancia, la perpetuación del poder en la política española no solo es un problema de los líderes individuales, sino que también refleja una serie de dinámicas estructurales que favorecen la continuidad sobre el cambio. La falta de mecanismos efectivos para limitar el tiempo en el cargo y la personalización del poder son factores que deben ser abordados si se quiere fortalecer la democracia en España. La sociedad civil, los partidos políticos y las instituciones deben trabajar juntos para garantizar que la democracia no se convierta en un sistema donde unos pocos se perpetúan en el poder, sino en un espacio donde la alternancia y la rendición de cuentas sean la norma.