El Viernes de Dolores marca el comienzo oficial de la Semana Santa en Sevilla, una de las festividades más esperadas y celebradas en la ciudad. Este día, que se celebra el viernes anterior al Domingo de Ramos, es un momento de gran significado para los sevillanos, ya que da inicio a una semana de fervor religioso y cultural. Durante esta jornada, las calles de Sevilla se llenan de nazarenos, cofradías y un ambiente de devoción que transforma la ciudad.
Las cofradías que procesionan en el Viernes de Dolores son un reflejo de la diversidad cultural y religiosa de Sevilla. Este año, seis hermandades se encargan de llevar a cabo su estación de penitencia, cada una con su propio estilo y tradición. Entre ellas se encuentran la Hermandad de Pino Montano, que representa el norte de la ciudad, y la de Bellavista, que se sitúa en el extremo sur. Además, el barrio universitario de Heliópolis acoge el cortejo de La Misión, mientras que Pasión y Muerte recorre las emblemáticas calles de Triana. En el casco antiguo, la Hermandad de La Corona celebra su 25 aniversario, y desde el Polígono Sur, una nueva cofradía se une a la celebración, estrenando su cuerpo de nazarenos.
La variedad de estilos y tradiciones que se presentan en el Viernes de Dolores es un anticipo de la riqueza estética que caracterizará los días principales de la Semana Santa. Desde el silencio reverente de algunas cofradías hasta el bullicio festivo de otras, cada hermandad aporta su propia esencia a la celebración. Este contraste no solo enriquece la experiencia visual, sino que también refleja la pluralidad de la devoción en los diferentes barrios de la ciudad.
Uno de los aspectos más destacados del Viernes de Dolores es la conexión entre las cofradías y sus comunidades. Cada hermandad está profundamente arraigada en su barrio, lo que convierte a las procesiones en auténticas expresiones de religiosidad y cultura local. Esta relación simbiótica entre las cofradías y su entorno social es lo que hace que el Viernes de Dolores sea un día tan especial para los sevillanos, quienes esperan con ansias el regreso de sus tradiciones cada año.
El ambiente de la jornada se ve complementado por la expectativa del clima. En años anteriores, las inclemencias del tiempo han jugado un papel crucial en el desarrollo de las procesiones. Este año, se espera que las condiciones meteorológicas sean favorables, lo que permitirá que las cofradías realicen sus recorridos sin contratiempos. Sin embargo, siempre existe la incertidumbre que acompaña a la Semana Santa, donde la lluvia puede alterar los planes y añadir un elemento de dramatismo a las celebraciones.
Los horarios e itinerarios de las cofradías son cuidadosamente planificados y anunciados con antelación, permitiendo a los fieles y a los curiosos organizar su asistencia a las distintas procesiones. Cada hermandad tiene su propio recorrido, que a menudo incluye paradas en lugares emblemáticos de la ciudad, donde se realizan oraciones y rituales que enriquecen la experiencia espiritual de los asistentes.
El Viernes de Dolores no solo es un día de procesiones, sino también un momento de encuentro para la comunidad. Las calles se llenan de familias, amigos y visitantes que se unen para compartir la experiencia, creando un ambiente de camaradería y celebración. Este sentido de comunidad es fundamental para la identidad sevillana, donde la Semana Santa se vive como un evento colectivo que trasciende lo individual.
A medida que avanza la jornada, la emoción y la devoción se intensifican, preparando el terreno para los días más significativos de la Semana Santa. El Viernes de Dolores, con su mezcla de tradición, fe y cultura, establece el tono para una semana llena de fervor religioso y celebraciones que culminarán en la Pascua. La riqueza de las tradiciones cofrades, la diversidad de las hermandades y el profundo sentido de comunidad hacen de este día un momento inolvidable en el calendario sevillano.