En un anuncio que ha capturado la atención mundial, la empresa biotecnológica Colossal Biosciences ha declarado el nacimiento de Rómulo y Remo, dos cachorros de lobo gris que contienen genes del lobo terrible, una especie extinta desde hace 12.500 años. Este acontecimiento ha reavivado el debate sobre la posibilidad y la ética de la de-extinción, un concepto que ha sido popularizado en la cultura popular, especialmente a través de la película Jurassic Park.
El lobo terrible, conocido también como huargo, fue un cánido que habitó gran parte de América, desde Canadá hasta Argentina y Chile. Su extinción se produjo en un periodo en el que el clima y los ecosistemas eran muy diferentes a los actuales. La empresa Colossal Biosciences no solo se ha enfocado en el lobo terrible, sino que también tiene planes para revivir otras especies como el mamut lanudo, el tilacino y el dodo, lo que ha generado tanto entusiasmo como escepticismo entre la comunidad científica.
La controversia surge de la pregunta fundamental: ¿es ético intentar revivir especies que ya no existen? Expertos en biología, ecología y ética animal han expresado sus preocupaciones sobre la viabilidad de estos esfuerzos. Philip Seddon, un reconocido científico de la Universidad de Otago, ha señalado que el hábitat que sustentaba a estas especies puede haber desaparecido, lo que plantea dudas sobre su capacidad para adaptarse a un entorno radicalmente distinto.
Seddon también ha argumentado que el término «de-extinción» es engañoso, ya que los animales que se están creando no son réplicas exactas de sus antepasados, sino versiones modificadas genéticamente de especies actuales. Esto plantea interrogantes sobre si estos animales pueden realmente desempeñar los roles ecológicos que ocupaban sus predecesores.
Desde el Centro Interdisciplinario de Bioética de la Universidad de Yale, la veterinaria Lisa Moses ha comentado que la justificación ética para la de-extinción es más clara en el caso de especies que se han extinguido recientemente, como el rinoceronte blanco del norte. En contraste, para especies como el lobo terrible, la posibilidad de sobrevivir en un entorno moderno es incierta y podría tener consecuencias imprevistas para otros ecosistemas.
Alfonso Donoso, investigador en justicia ambiental, ha advertido que la reintroducción de especies extintas podría generar efectos ecológicos impredecibles. Además, ha señalado que el sufrimiento animal en el proceso de creación de estos individuos debe ser considerado, ya que las tasas de fallos y malformaciones son altas en la biotecnología actual.
La veterinaria Marcela Rebuelto ha planteado preguntas críticas sobre la capacidad de estos animales para adaptarse y prosperar en un entorno contemporáneo. Si bien la empresa sostiene que la introducción de estos animales podría restaurar ecosistemas, la realidad es que el impacto de su reintroducción podría ser más dañino que beneficioso.
Pablo Teta, doctor en biología y presidente de la Sociedad Argentina de Mamíferos, ha calificado el anuncio de Colossal Biosciences como sensacionalista, argumentando que lo que se ha logrado no es una verdadera de-extinción. En su lugar, se están creando híbridos que no necesariamente cumplen con las funciones ecológicas de las especies originales.
El debate sobre la de-extinción también pone de relieve la necesidad de priorizar la conservación de especies que aún existen y que están en peligro. La idea de revivir especies extintas podría desviar la atención y los recursos de la conservación de la biodiversidad actual, que enfrenta amenazas significativas debido a la actividad humana, como la deforestación y el cambio climático.
En resumen, el anuncio del nacimiento de Rómulo y Remo ha abierto un amplio espectro de discusiones sobre la ética, la viabilidad y las implicaciones ecológicas de la de-extinción. A medida que la biotecnología avanza, es crucial que la comunidad científica y la sociedad en general reflexionen sobre las responsabilidades y los límites de nuestras intervenciones en la naturaleza.