El membrillo, una fruta que a menudo se asocia con la repostería tradicional, es poco conocida en su forma fresca y sus beneficios para la salud. Esta fruta, de textura firme y sabor característico, contiene compuestos bioactivos que pueden ser especialmente beneficiosos para el sistema digestivo. A pesar de que el dulce de membrillo es una delicia popular, consumir la fruta fresca puede ofrecer ventajas significativas para quienes enfrentan problemas gastrointestinales o buscan mejorar su salud de manera natural.
La fruta de membrillo es rica en pectina, mucílagos y taninos, compuestos que juegan un papel crucial en el cuidado del sistema digestivo. Estudios realizados por los Institutos Nacionales de Salud (NIH) han documentado sus efectos antioxidantes, antibacterianos y antiinflamatorios. Estos beneficios se potencian cuando el membrillo se consume crudo o mínimamente cocido, lo que permite que sus propiedades funcionales se mantengan intactas.
Desde el punto de vista digestivo, el membrillo es conocido por su capacidad para regular el tránsito intestinal, combatir la diarrea y aliviar el estreñimiento. Además, su consumo puede proteger la mucosa gástrica, lo que es especialmente importante para quienes sufren de reflujo gastroesofágico. Investigaciones han demostrado que el jarabe de membrillo puede tener efectos comparables a los tratamientos convencionales en estos casos.
El membrillo también tiene un impacto positivo en el metabolismo de la glucosa y puede ayudar a reducir los niveles de colesterol LDL. Su contenido de vitamina C y antioxidantes, como flavonoides y compuestos fenólicos, refuerza el sistema inmunológico, lo que lo convierte en un aliado en la prevención de enfermedades.
En términos de composición nutricional, el membrillo aporta 29 kcal por cada 100 gramos, con un alto contenido de agua (más del 84%) y una buena cantidad de fibra (6,4 g). Aunque no es particularmente denso en vitaminas, su bajo contenido calórico y su riqueza en fibra soluble lo convierten en un alimento funcional ideal para quienes buscan opciones saludables.
El dulce de membrillo, aunque popular, puede no ser la mejor opción para quienes padecen síndrome de colon irritable o diabetes, debido a su alto contenido de azúcares añadidos. Aunque conserva parte de la fibra original, su efecto positivo puede verse limitado por estos azúcares. Por lo tanto, es preferible optar por el membrillo fresco o preparaciones caseras con menos azúcar.
En cuanto a la gastritis, los taninos presentes en el membrillo actúan como astringentes y antieméticos, lo que puede ser útil en casos de malestar gástrico. La capacidad del membrillo para proteger la mucosa digestiva lo convierte en un alimento seguro para personas con estómago sensible o inflamaciones crónicas.
Para aprovechar al máximo los beneficios del membrillo, se recomienda consumirlo cocido o en compota, evitando grandes cantidades de azúcar. La dietista-nutricionista Patricia Ortega sugiere conservar el membrillo envolviéndolo individualmente y almacenándolo en la heladera o congelador. También se puede preparar en jaleas o mermeladas caseras, o incluirlo en platos salados como guarnición de carnes o en ensaladas.
El membrillo, gracias a su alta concentración de pectina, proporciona una consistencia natural a jaleas y gelatinas sin necesidad de añadir otros espesantes. Además, estudios han demostrado que muchas de sus propiedades se conservan e incluso se potencian al procesarlo en productos como yogures y bebidas fermentadas.
En resumen, el membrillo es una fruta que merece ser redescubierta por sus múltiples beneficios para la salud digestiva y su versatilidad en la cocina. Incorporarlo en la dieta puede ser una forma efectiva de mejorar la salud intestinal y disfrutar de un alimento delicioso y nutritivo.