Investigadores de la Universidad de Tokio han logrado un avance significativo en la producción de carne cultivada al desarrollar nuggets de pollo en laboratorio. Este innovador proceso, dirigido por el profesor Shoji Takeuchi, representa un paso importante hacia la creación de carne sin la necesidad de criar y sacrificar animales. La pieza de pollo cultivada mide 7 centímetros de largo, 4 centímetros de ancho y 2,25 centímetros de grosor, con un peso de 11 gramos, y se espera que estos productos puedan estar disponibles en el mercado en un plazo de cinco a diez años.
La clave de este avance radica en la creación de un biorreactor de fibra hueca (HFB), que utiliza fibras semipermeables para transportar oxígeno y nutrientes de manera más eficiente, imitando el sistema circulatorio natural. Este sistema permite que las células del centro del tejido reciban los elementos necesarios para su crecimiento, lo que ha sido un desafío en la producción de carne cultivada a gran escala.
La carne cultivada ha sido objeto de investigación durante más de una década, pero uno de los principales obstáculos ha sido la creación de trozos de carne que no solo sean funcionales, sino que también imiten la textura y apariencia de la carne convencional. Los esfuerzos anteriores se limitaban a producir pequeños fragmentos de carne o células musculares, lo que dificultaba la reproducción de la estructura fibrosa característica de cortes tradicionales como la pechuga o el muslo de pollo.
El profesor Takeuchi explica que cultivar carne de mayor tamaño ha sido un desafío técnico debido a la dificultad de distribuir nutrientes y oxígeno a través de las células del tejido. Sin una red de vasos sanguíneos funcionales, las células en el centro del tejido no reciben suficiente oxígeno y nutrientes, lo que limita el crecimiento y la calidad de la carne.
El biorreactor de fibra hueca ha permitido superar este obstáculo al proporcionar una perfusión interna que favorece el crecimiento de tejido más grueso y consistente. Este sistema se basa en el uso de fibras huecas, similares a las que se utilizan en filtros de agua y máquinas de diálisis, que están densamente empaquetadas en el biorreactor. Esto asegura una distribución uniforme de nutrientes y oxígeno, reduciendo la necrosis celular en el centro de los trozos de carne.
En el estudio, se detalla que el equipo de Takeuchi logró producir un trozo de pollo de 11 gramos que contiene más de 1,000 fibras huecas. Este avance es significativo en comparación con técnicas anteriores que solo producían pequeños fragmentos de carne o esferoides celulares dispersos. La uniformidad en la disposición de las fibras ha permitido un mejor control sobre la distribución de nutrientes y oxígeno, lo que a su vez ha mejorado la calidad del tejido cultivado.
A pesar de estos avances, la producción de carne cultivada a gran escala aún enfrenta importantes desafíos. Aunque el Reino Unido se convirtió en el primer país europeo en aprobar la venta de carne cultivada para alimentos para mascotas, la mayoría de los esfuerzos actuales se centran en producir pequeños trozos que luego se ensamblan. Empresas como GOOD Meat y Aleph Farms están a la vanguardia de esta tecnología, vendiendo pollo de laboratorio en Singapur y utilizando impresión 3D para crear productos similares a filetes de res.
El equipo japonés espera que su sistema de biorreactor tenga un gran impacto en la producción de carne a nivel mundial, no solo en términos de sostenibilidad ambiental, sino también en la mejora de la calidad de la carne cultivada. Sin embargo, el costo inicial de producción será más alto que el de la carne convencional, principalmente debido a los costos de material y producción. A medida que se desarrollen sistemas escalables de grado alimenticio, se espera que los costos disminuyan con el tiempo.
Otro aspecto crucial para el éxito comercial de la carne cultivada es la aceptación del consumidor. A pesar de las ventajas ambientales y éticas que promete, muchos estudios indican que una gran parte de la población sigue siendo reacia a consumir productos de carne cultivada. La sensibilización sobre los beneficios de esta tecnología será fundamental para su aceptación cultural.
Además, el sistema de biorreactores de fibra hueca podría tener aplicaciones más allá de la producción de carne, incluyendo la medicina regenerativa y la biofabricación de órganos. Esto abre nuevas posibilidades para la tecnología en campos distintos a la alimentación, lo que podría transformar no solo la industria alimentaria, sino también el ámbito de la salud y la biotecnología.