El hígado graso, conocido médicamente como esteatosis hepática, se ha convertido en una de las enfermedades hepáticas más comunes en el mundo. Su prevalencia ha aumentado de manera alarmante en las últimas décadas, y se estima que actualmente afecta a aproximadamente el 32% de los adultos a nivel global. Esta condición, que a menudo pasa desapercibida, está estrechamente relacionada con factores como la obesidad, la diabetes tipo 2 y el consumo excesivo de alcohol.
En el marco del Día Mundial del Hígado, que este año se celebra bajo el lema «La comida es medicina», se hace un llamado a la reflexión sobre la importancia de una alimentación saludable como primer paso para prevenir y tratar esta enfermedad. Expertos y organismos internacionales coinciden en que una dieta adecuada es fundamental para mantener el hígado en buen estado y evitar el desarrollo de hígado graso.
Un estudio realizado en 2022 por instituciones de renombre ha revelado que la enfermedad del hígado graso no alcohólico (EHGNA) se ha convertido en una de las principales causas de enfermedad hepática a nivel mundial. La prevalencia de esta afección ha pasado del 26% en estudios anteriores a 2005, al 38% en investigaciones más recientes. Esta tendencia sugiere que, si no se toman medidas adecuadas, la prevalencia de la enfermedad seguirá aumentando en diversas regiones del mundo.
Uno de los aspectos más preocupantes del hígado graso es que, en sus primeras etapas, suele ser asintomático. La mayoría de las personas afectadas no presentan síntomas evidentes, lo que dificulta su diagnóstico. Sin embargo, algunos pacientes pueden experimentar cansancio o molestias en la parte superior derecha del abdomen. En casos más avanzados, la enfermedad puede progresar a esteatosis hepática no alcohólica (NAFLD), lo que aumenta el riesgo de fibrosis, cirrosis e incluso cáncer de hígado.
La alimentación juega un papel crucial en la prevención y el tratamiento del hígado graso. Una dieta equilibrada rica en frutas, verduras, granos integrales y grasas saludables es fundamental para mantener el hígado en buen estado. Los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos recomiendan limitar la ingesta de grasas saturadas y azúcares refinados, mientras que se deben incorporar grasas insaturadas, como las que se encuentran en el aceite de oliva, los frutos secos y el aguacate.
Además, perder peso es uno de los métodos más efectivos para reducir la grasa en el hígado, especialmente para aquellos que padecen hígado graso no alcohólico. Mantener un peso saludable y realizar ejercicio físico regularmente son medidas que pueden ayudar a reducir la grasa hepática en un 10% después de tres meses de implementación, según expertos en hepatología.
Por otro lado, es fundamental evitar ciertos alimentos que pueden agravar la condición del hígado graso. Se deben reducir o eliminar las grasas saturadas, que se encuentran en carnes rojas, embutidos y productos lácteos enteros, ya que contribuyen a la acumulación de grasa en el hígado. Asimismo, se debe evitar el consumo de alimentos procesados y ricos en azúcares añadidos, como refrescos y productos de panadería, que aumentan los niveles de triglicéridos y favorecen la inflamación hepática.
En cuanto a las bebidas, algunas infusiones naturales pueden apoyar la función hepática. El té de jengibre y limón, así como el agua de avena y canela, son opciones que pueden ayudar a desintoxicar el hígado y reducir la inflamación. Además, el café, consumido en cantidades moderadas, ha demostrado ser beneficioso para la prevención del hígado graso, gracias a sus componentes que ayudan a reducir la grasa en el hígado.
La creciente prevalencia del hígado graso se ha convertido en un problema de salud global que requiere atención urgente. En el contexto del Día Mundial del Hígado 2025, es esencial recordar que una alimentación saludable es la clave para prevenir esta enfermedad. Adoptar hábitos como una dieta equilibrada, mantener un peso saludable, hacer ejercicio regularmente y evitar el consumo excesivo de alcohol son medidas fundamentales para cuidar el hígado. La salud hepática depende en gran medida de lo que se decide poner en el plato día a día.