La reciente muerte del Papa Francisco ha suscitado un renovado interés en la estructura interna del Vaticano, especialmente en lo que respecta a su economía y la compensación de sus miembros. A pesar de ser el líder espiritual de millones de católicos en todo el mundo, el Papa no recibe un salario. Esta peculiaridad se debe a la naturaleza de su cargo y a la forma en que se organiza la economía de la Santa Sede.
### La Naturaleza del Cargo Papal
El Papa, como jefe de Estado del Vaticano y máxima autoridad de la Iglesia Católica, no percibe un sueldo. Esta decisión está fundamentada en la tradición y en la estructura financiera del Vaticano. Históricamente, los papas han tenido sus necesidades básicas cubiertas, lo que hace innecesario el pago de un salario. Francisco, quien asumió el papado en 2013, ha mantenido un estilo de vida austero, renunciando a lujos y optando por residencias más modestas, como la Casa Santa Marta, en lugar del Palacio Apostólico.
En un documental titulado «Amén. Francisco Responde», el Papa aclaró que no recibe compensación monetaria por su labor. En una conversación con jóvenes, afirmó: «A mí no me pagan nada». Esta declaración subraya la singularidad de su rol, donde el servicio y la dedicación a la comunidad son más importantes que la remuneración económica. Aunque no recibe un salario, el Papa tiene acceso a recursos para cubrir sus gastos personales y llevar a cabo su labor pastoral, los cuales son administrados por la Santa Sede.
### Sueldos en la Curia Romana
A diferencia del Papa, los miembros de la Curia romana, que es la administración del Vaticano, sí perciben salarios. Esta estructura incluye a cardenales, obispos, sacerdotes y laicos. Los cardenales que ocupan posiciones significativas dentro del Vaticano suelen recibir un salario mensual que ronda los 5.000 euros. Por otro lado, los obispos y sacerdotes tienen salarios más modestos, que oscilan entre 1.500 y 2.500 euros mensuales.
Los empleados laicos que desempeñan funciones administrativas, técnicas o de seguridad en el Vaticano reciben sueldos que son comparables a los de los funcionarios públicos italianos. Dependiendo de su antigüedad y responsabilidades, estos salarios pueden variar entre 1.200 y 3.000 euros al mes. Además de sus sueldos, los empleados del Vaticano disfrutan de beneficios adicionales, como acceso a viviendas a precios reducidos, cobertura médica y la posibilidad de comprar en tiendas y supermercados con precios más bajos que los del resto de Roma.
La financiación de estos salarios proviene de diversas fuentes, incluyendo el Óbolo de San Pedro, que es una colecta anual realizada por los fieles para apoyar las obras de caridad del Papa y las necesidades del Vaticano. También se generan ingresos a través del turismo, la venta de sellos y monedas conmemorativas, donaciones privadas y la gestión de inversiones.
En un contexto de crisis financiera, exacerbada por la pandemia de COVID-19, el Papa Francisco tomó medidas para reducir los sueldos de los cardenales y altos funcionarios del Vaticano en 2021. Esta decisión fue parte de una estrategia más amplia para contener gastos y adaptarse a la disminución de ingresos, especialmente aquellos provenientes del turismo.
Francisco se ha caracterizado por su estilo de vida sencillo, incluso antes de asumir el papado. En Buenos Aires, utilizaba el transporte público y vivía en un apartamento en lugar de la residencia oficial. Como Papa, también rechazó el uso de vehículos de lujo, optando por un Ford Focus para sus desplazamientos en Roma. Esta actitud ha resonado con muchos fieles, quienes ven en su ejemplo un llamado a la humildad y al servicio desinteresado.
La estructura salarial del Vaticano refleja no solo la tradición y la historia de la Iglesia Católica, sino también los desafíos contemporáneos que enfrenta. A medida que la Santa Sede navega por un mundo en constante cambio, la gestión de sus recursos y la compensación de sus miembros seguirán siendo temas de interés y debate. La figura del Papa, aunque no remunerada, sigue siendo central en la vida de millones, simbolizando un compromiso con la fe y la comunidad que trasciende lo material.