La reciente crisis energética en España ha puesto de manifiesto las vulnerabilidades del sistema eléctrico nacional, culminando en un apagón masivo el 28 de abril de 2025. Este evento no solo afectó a millones de ciudadanos, sino que también reveló una serie de fallos en la infraestructura eléctrica que habían sido advertidos por expertos y empresas del sector. La Red Eléctrica de España (REE) y la empresa FCC, especializada en la construcción y mantenimiento de subestaciones eléctricas, habían señalado previamente la inestabilidad del sistema, pero sus advertencias no fueron atendidas a tiempo.
**Advertencias Ignoradas: La Voz de FCC**
Desde semanas antes del apagón, FCC había alertado sobre un inminente colapso en las subestaciones eléctricas debido a picos de tensión elevados. Estas anomalías, que comenzaron a registrarse en centros de transformación bajo su mantenimiento, indicaban un creciente desequilibrio en la red eléctrica. Según fuentes cercanas a la situación, FCC comunicó su preocupación a REE, advirtiendo que, de no haberse realizado una desconexión masiva del sistema, las subestaciones podrían haber sufrido daños irreparables.
El 28 de abril, justo antes del apagón, la energía fotovoltaica alcanzó niveles récord de producción, superando la demanda real del sistema. Este fenómeno, conocido como «sobretensión», fue uno de los factores que contribuyó a la inestabilidad del sistema. La falta de generación de energía convencional, como la nuclear y la hidráulica, que proporcionan estabilidad a la red, dejó al sistema vulnerable ante perturbaciones.
Los problemas no se limitaron al apagón del 28 de abril. Días antes, el 22 de abril, un fallo eléctrico había paralizado la circulación de trenes entre Pajares y Chamartín, lo que ya había encendido las alarmas sobre la salud del sistema eléctrico. El ministro de Transportes, Óscar Puente, explicó que el incidente fue causado por un exceso de tensión que provocó que las protecciones de las subestaciones saltaran, evitando un daño mayor. Sin embargo, este tipo de fallos no son nuevos; desde enero, se habían registrado incidentes relevantes, incluyendo una parada automática en la central nuclear de Almaraz II debido a un fallo en el generador eléctrico.
**La Vulnerabilidad del Sistema Eléctrico**
La crisis energética ha puesto de relieve la creciente dependencia de España de las energías renovables, que, aunque son esenciales para la transición energética, presentan desafíos significativos para la estabilidad del sistema. A diferencia de las fuentes de energía convencionales, las energías renovables, como la solar y la eólica, no proporcionan la misma «inercia sincrónica» que ayuda a estabilizar la red eléctrica. Esto significa que, en momentos de alta producción de energía renovable, el sistema puede volverse inestable si no hay suficiente generación convencional para equilibrar la carga.
El apagón del 28 de abril no fue un evento aislado, sino el resultado de una serie de decisiones y circunstancias que habían estado gestándose durante meses. La Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) había advertido sobre los riesgos crecientes en el sistema eléctrico, señalando que la integración masiva de energías renovables, junto con una caída sostenida de la demanda, estaba generando oscilaciones peligrosas en los niveles de tensión. La CNMC también destacó que la reducción en el consumo eléctrico disminuye la necesidad de transportar energía activa, lo que puede contribuir a un aumento indeseado de la tensión.
Además, la REE había solicitado al Gobierno una revisión de los criterios de protección de la red eléctrica, argumentando que el fuerte crecimiento de la generación renovable exigía una actualización de las pautas de seguridad. Sin embargo, estas advertencias no fueron atendidas con la urgencia necesaria, lo que ha llevado a cuestionar la capacidad del sistema para manejar la transición hacia un modelo energético más sostenible.
La situación se complica aún más con el cierre progresivo de centrales de generación convencional, como las de carbón y nuclear, que han sido fundamentales para mantener la estabilidad del sistema. La falta de generación firme ha llevado a una reducción de la potencia disponible y ha aumentado la vulnerabilidad del sistema eléctrico ante eventos inesperados.
La crisis energética en España es un recordatorio de que, aunque la transición hacia energías renovables es crucial para combatir el cambio climático, también es esencial garantizar que el sistema eléctrico sea capaz de manejar esta transición sin comprometer la seguridad y la estabilidad del suministro eléctrico. Las lecciones aprendidas de este apagón deben ser tomadas en cuenta para evitar que situaciones similares se repitan en el futuro.