La recuperación tras una cirugía puede ser un proceso desafiante, lleno de incertidumbres y temores sobre la movilidad futura. Sin embargo, la terapia acuática se está posicionando como una alternativa prometedora, respaldada por investigaciones que destacan sus múltiples beneficios tanto físicos como mentales. Esta modalidad de rehabilitación no solo facilita el movimiento, sino que también contribuye al bienestar emocional de los pacientes, convirtiéndose en una opción cada vez más valorada por especialistas y pacientes por igual.
### Beneficios Físicos de la Terapia Acuática
La terapia acuática ofrece un entorno único que favorece la rehabilitación postquirúrgica. La flotabilidad del agua reduce el peso corporal, lo que disminuye la presión sobre las articulaciones y permite realizar movimientos que podrían ser dolorosos o difíciles en tierra firme. Según Carol Stillman, fisioterapeuta especializada en terapia acuática, «la piscina actúa como una envoltura compresiva que ayuda a reducir el edema, uno de los síntomas más comunes tras una cirugía». Esta compresión natural no solo mejora la circulación, sino que también acelera el proceso de recuperación.
Además, la resistencia constante del agua juega un papel crucial en la rehabilitación. A diferencia del aire, el agua proporciona una oposición uniforme que permite fortalecer los músculos y mejorar la resistencia sin necesidad de utilizar pesas o realizar ejercicios de alto impacto. Mara Karamitopoulos, cirujana ortopédica pediátrica, señala que «la terapia acuática puede ser incluso más efectiva que la terapia en tierra, ya que los pacientes operados suelen tener un rango de movimiento limitado». Esto hace que la terapia acuática sea una opción más segura, especialmente en las primeras etapas de la recuperación, donde el riesgo de caídas es mayor.
Las piscinas terapéuticas, que mantienen temperaturas entre 31 y 33°C, también ofrecen beneficios adicionales. El agua caliente ayuda a reducir el dolor y la inflamación, como se ha demostrado en estudios realizados con pacientes que se recuperan de cirugías del manguito rotador. La combinación de calor y movimiento en el agua proporciona un alivio significativo, lo que permite a los pacientes avanzar en su rehabilitación de manera más efectiva.
### Beneficios Mentales y Emocionales
La recuperación física tras una cirugía no solo implica el aspecto físico; también está íntimamente relacionada con la salud mental. Muchos pacientes experimentan ansiedad, depresión o estrés durante su proceso de recuperación. Un meta-análisis reciente ha demostrado que el ejercicio en el agua puede reducir significativamente estos síntomas en pacientes postquirúrgicos. Por ejemplo, un estudio con mujeres sobrevivientes de cáncer de mama mostró que 12 meses de terapia acuática no solo disminuyeron la fatiga y la tensión, sino que también mejoraron el bienestar general, superando los efectos de otras disciplinas como el yoga o el pilates.
El ejercicio acuático también estimula la producción de dopamina, una hormona clave para el bienestar emocional. Shea Andreone, instructora certificada de fitness acuático, explica que «el movimiento en el agua activa músculos poco utilizados y, a pesar del esfuerzo, genera una sensación de ligereza y relajación que favorece un mejor descanso nocturno». Esta conexión entre el ejercicio acuático y la mejora de la salud mental es un aspecto fundamental que no debe pasarse por alto en el contexto de la recuperación postquirúrgica.
### Evidencia Científica y Recomendaciones Prácticas
La evidencia científica respalda los beneficios de la terapia acuática. Un estudio realizado con 190 pacientes operados del manguito rotador demostró que esta modalidad de terapia contribuyó a disminuir el dolor y la inflamación postoperatoria. A pesar de estos resultados positivos, la terapia acuática sigue siendo poco prescrita, lo que plantea un desafío para su accesibilidad. Karamitopoulos advierte que «no hay suficientes médicos que la recomienden, y es difícil encontrar terapeutas certificados que ofrezcan este servicio».
Para aquellos que consideran la terapia acuática como parte de su recuperación, es fundamental contar con la aprobación médica antes de comenzar. Se recomienda visitar las instalaciones para evaluar la accesibilidad y comunicarse con el terapeuta para personalizar la rutina de ejercicios. La frecuencia de las sesiones debe aumentar gradualmente, comenzando con dos sesiones semanales durante seis a ocho semanas, antes de pasar a clases grupales de aeróbicos acuáticos.
No es necesario saber nadar, ya que muchas actividades se realizan en zonas de poca profundidad. Si no se tiene acceso a un terapeuta acuático certificado, las clases de aeróbicos acuáticos pueden ser una alternativa válida, siempre con autorización médica. La elección del tipo de ejercicio dependerá del procedimiento quirúrgico y de la condición inicial del paciente.
Los especialistas coinciden en que la terapia acuática es una herramienta inclusiva que permite a personas con limitaciones óseas, articulares o de equilibrio participar en programas adaptados. El entorno seguro de la piscina minimiza el riesgo de caídas y facilita la transición a rutinas de ejercicio en tierra, lo que la convierte en una opción valiosa para quienes buscan una recuperación integral tras una intervención quirúrgica.