Un estudio de 15 años realizado por el Instituto Karolinska en Suecia ha arrojado luz sobre la relación entre la dieta y la salud en adultos mayores. Publicado en la revista Nature Aging, este trabajo analizó a 2.473 personas de 60 años o más y encontró que los patrones alimentarios saludables están asociados con una menor acumulación de enfermedades crónicas. Este hallazgo es crucial, ya que las enfermedades crónicas representan un desafío significativo para la salud pública, especialmente en poblaciones envejecidas.
### Características de las Dietas Saludables y Proinflamatorias
El estudio identificó cuatro patrones dietéticos principales que influyen en la salud de los adultos mayores. La dieta MIND, que combina elementos de la dieta mediterránea y la dieta DASH, se centra en alimentos vegetales mínimamente procesados y limita el consumo de productos animales y grasas saturadas. Este enfoque tiene como objetivo proteger la salud cerebral y reducir el riesgo de demencia.
Por otro lado, el Índice de Alimentación Saludable Alternativa (AHEI) busca disminuir el riesgo general de enfermedades crónicas, mientras que la Dieta Mediterránea Alternativa (AMED) se adapta a un contexto occidental para reducir el riesgo de enfermedades neurológicas y crónicas. En contraste, el Índice Inflamatorio Dietético Empírico (EDII) mide el potencial inflamatorio de la dieta, caracterizándose por un alto consumo de carnes rojas y procesadas, cereales refinados y bebidas azucaradas, y un bajo consumo de verduras, té y café. Este índice se asocia con una dieta menos favorable para la salud.
Los resultados del estudio revelaron que aquellos que seguían dietas saludables, como MIND, AHEI y AMED, experimentaron una progresión más lenta de enfermedades crónicas, especialmente en lo que respecta a enfermedades cardiovasculares y neuropsiquiátricas. Por ejemplo, los participantes que se adhirieron a estos patrones alimentarios acumularon aproximadamente dos enfermedades crónicas menos en un periodo de 15 años en comparación con aquellos que mostraron menor adherencia a estas dietas. Sin embargo, no se encontró una relación significativa entre la dieta y la acumulación de enfermedades musculoesqueléticas, aunque algunos análisis secundarios sugirieron una mayor tasa de estas enfermedades en quienes seguían la AMED, un hallazgo que requiere más investigación.
### El Papel de la Inflamación en la Salud
Los investigadores del Instituto Karolinska sugieren que la inflamación podría ser un mecanismo subyacente a los efectos observados. Los patrones dietéticos saludables se han vinculado a niveles más bajos de marcadores inflamatorios en sangre, como la interleuquina-6 y la proteína C reactiva. En contraste, una dieta proinflamatoria, como la que se mide con el EDII, se asocia con concentraciones más elevadas de estos compuestos. Dado que la inflamación crónica está relacionada con el desarrollo de enfermedades cardiovasculares y neurodegenerativas, estos hallazgos sugieren que una dieta de menor calidad podría contribuir a una mayor acumulación de multimorbilidad en los adultos mayores.
El estudio también destaca que la dieta es un factor de riesgo modificable, lo que refuerza su relevancia para la salud pública y la práctica clínica. Adrián Carballo-Casla, investigador postdoctoral del Centro de Investigación sobre el Envejecimiento del Instituto Karolinska, enfatizó la importancia de estos hallazgos, indicando que adoptar patrones alimentarios saludables antes de la aparición de múltiples enfermedades podría ser clave para ralentizar su acumulación. Sin embargo, los efectos protectores parecen disminuir si la intervención se inicia una vez que ya existe multimorbilidad.
### Recomendaciones Prácticas para una Dieta Saludable
Para aquellos interesados en adoptar patrones alimentarios más saludables, el estudio proporciona pautas prácticas. La dieta MIND, por ejemplo, recomienda consumir al menos tres porciones de cereales integrales al día, verduras de hoja verde seis veces por semana, otras verduras diariamente, bayas dos veces por semana, pescado una vez por semana, aves de corral dos veces por semana, legumbres más de tres veces por semana y frutos secos cinco veces por semana. También se aconseja limitar la carne roja a menos de cuatro veces por semana, evitar frituras y dulces, y utilizar principalmente aceite de oliva para cocinar.
En el caso del AHEI, se sugiere priorizar una variedad de verduras y frutas, emplear aceites saludables como el de oliva o canola, reducir el consumo de lácteos y jugos, evitar bebidas azucaradas y carnes procesadas, y elegir cereales integrales, pescado, aves, legumbres y frutos secos como fuentes principales de proteína.
Este estudio del Instituto Karolinska refuerza la idea de que la dieta sigue siendo un factor modificable incluso en edades avanzadas, ofreciendo una vía concreta para reducir el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas incapacitantes, para las cuales los tratamientos efectivos aún son limitados.