La reciente incursión de drones rusos en el espacio aéreo polaco ha desatado una crisis sin precedentes en la región, marcando un punto de inflexión en las relaciones entre Rusia y la OTAN. En la madrugada del miércoles, cazas de la Alianza Atlántica derribaron 19 drones que sobrevolaron el este de Polonia, lo que llevó al Gobierno polaco a invocar el Artículo 4 del tratado de la OTAN. Este artículo permite consultas urgentes entre los aliados cuando la seguridad de un miembro está en riesgo, y es la primera vez que aviones de la OTAN interceptan y neutralizan objetivos enemigos dentro del territorio de un país miembro.
El primer ministro polaco, Donald Tusk, calificó la incursión como «una gran provocación» y subrayó la seriedad de la situación, instando a prepararse para diferentes escenarios. Durante la jornada, Tusk mantuvo conversaciones con varios líderes europeos para obtener apoyo adicional en materia de defensa aérea. El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, destacó que las fuerzas aliadas actuaron de inmediato y sin necesidad de autorización previa, con la participación de cazas polacos F-16, F-35 neerlandeses, sistemas antimisiles Patriot alemanes y un avión de vigilancia italiano.
La magnitud de la incursión ha encendido las alarmas en Europa oriental. El ministro de Defensa alemán, Boris Pistorius, afirmó que los drones fueron «claramente dirigidos en esa ruta», descartando un error de navegación. Esta afirmación ha llevado a muchos a creer que la incursión fue una acción deliberada por parte de Rusia, lo que ha intensificado las tensiones en la región. El exembajador estadounidense en Polonia, Daniel Fried, coincidió en que se trató de una acción planificada, advirtiendo que Moscú podría continuar con sabotajes y agresiones en Occidente.
La narrativa de Moscú, que niega haber planeado ataques en Polonia, contrasta con la percepción en Varsovia. El ministro de Exteriores polaco, Radoslaw Sikorski, declaró que es «inimaginable» que 19 drones penetraran en su espacio aéreo por accidente, sugiriendo que se trató de un plan bien orquestado. Sikorski propuso la creación de un «muro de drones» para proteger la frontera oriental de la OTAN, una idea que también ha sido respaldada por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
La opinión pública en Polonia está alarmada, y muchos ven la incursión como un anticipo de nuevos incidentes. Algunos periodistas han vinculado la situación con las maniobras militares conjuntas de Rusia y Bielorrusia, que están programadas para comenzar pronto. La percepción general es que esto podría ser solo el inicio de una serie de provocaciones por parte de Rusia.
La dimensión interna de la crisis también es significativa. El cierre temporal del espacio aéreo polaco obligó a interrumpir vuelos en aeropuertos importantes, como el de Varsovia-Chopin. Los residentes del este de Polonia reportaron haber escuchado explosiones y recibieron alertas oficiales instándoles a no acercarse a los restos de los drones derribados. El alcalde de Wyhalew, Mariusz Kuracki, describió cómo las ventanas de su casa temblaron con la onda expansiva.
En el contexto internacional, la reacción del presidente estadounidense Donald Trump fue breve pero contundente, planteando interrogantes sobre la disposición de Estados Unidos para respaldar una respuesta colectiva sin caer en una confrontación directa con Rusia. La situación es compleja, ya que Putin ha dejado claro que no renunciará a sus objetivos estratégicos y que, si no logra lo que quiere por la vía diplomática, lo hará por medios militares.
El Artículo 4 del Tratado del Atlántico Norte, invocado por Polonia, ha sido activado en ocho ocasiones desde su creación en 1949. La última vez fue el 24 de febrero de 2022, coincidiendo con el inicio de la invasión rusa a gran escala de Ucrania. Este artículo no implica automáticamente una respuesta militar, pero es un paso previo a un eventual Artículo 5, que establece la defensa colectiva. La diferencia es crucial: mientras el Artículo 4 abre consultas, el Artículo 5 puede llevar a acciones militares conjuntas o a medidas políticas y económicas coordinadas.
La situación actual pone de manifiesto la fragilidad de la seguridad en Europa del Este y la necesidad de una respuesta coordinada y efectiva por parte de la OTAN. La comunidad internacional observa con atención cómo se desarrollan los acontecimientos, conscientes de que cualquier escalada podría tener consecuencias devastadoras no solo para Polonia, sino para toda la región.