El acceso irregular a servicios de salud complica la prevención de enfermedades en los menores de 30 años. Entre los 18 y los 25 años se forman los hábitos de vida que pueden condicionar la salud del corazón durante el resto de la existencia, según señala la American Heart Association (AHA). Este periodo, cargado de transiciones, independencia y nuevas responsabilidades, también suele marcar el inicio de costumbres que ponen en riesgo el sistema cardiovascular. Aunque la percepción popular asocia las enfermedades del corazón con la vejez, la evidencia apunta en otra dirección. Más estadounidenses mueren por enfermedades cardíacas que por cualquier otra afección, y la incidencia no deja de crecer entre las personas jóvenes. De hecho, desde 2010 la tasa de afecciones cardíacas entre menores de 40 años se duplicó; entre consumidores de tabaco, la cifra se triplicó.
**Factores de Riesgo en la Juventud**
La transición entre la escuela secundaria y la vida adulta viene acompañada de cambios que impactan en los factores de riesgo. Según detalló la AHA, solo uno de cada cuatro jóvenes mantiene hábitos de salud positivos durante este proceso. La obesidad, el tiempo de sedentarismo, el consumo de comida rápida y el uso de tabaco y alcohol incrementan su frecuencia. Uno de los riesgos más preocupantes es el aumento del consumo de nicotina entre jóvenes: en los últimos años, el porcentaje pasó del 21 % al 43 % entre los 18 y 23 años en Estados Unidos. Los cigarrillos electrónicos ganaron protagonismo sobre el tabaco convencional. Aunque los síntomas suelen aparecer décadas más tarde, el daño comienza mucho antes. La obesidad representa otro desafío. La AHA destacó que uno de cada cinco jóvenes menores de 25 ya se halla dentro del rango de obesidad, y los pronósticos apuntan a que tres de cada cinco llegarán a ese estado antes de los 35 años, si las tendencias actuales se mantienen.
**Obstáculos para el Control de la Salud Cardiaca**
Durante la infancia y la adolescencia, los controles médicos por motivos escolares o deportivos permiten monitorear la salud cardiovascular. Sin embargo, esas consultas desaparecen al finalizar la secundaria y suelen ser reemplazadas por visitas esporádicas ante síntomas agudos. Los jóvenes pueden no volver a tener contacto con el sistema de salud hasta que el problema cardiovascular es real y ya no solo un factor de riesgo. A nivel estructural, muchas barreras dificultan el acceso regular a servicios preventivos. En Estados Unidos, la continuidad del seguro médico bajo la Ley de Cuidado de Salud a Bajo Precio termina a los 26 años. Además, quienes asisten a institutos técnicos o directamente ingresan al mundo laboral tienen menos probabilidades de contar con cobertura o servicios médicos, especialmente si trabajan en empleos sin beneficios. La utilización de servicios de salud sigue estando por debajo del 40% incluso entre los adultos jóvenes asegurados. Las barreras no son solo económicas. El desconocimiento, la falta de experiencias positivas previas con profesionales sanitarios o los largos tiempos de espera desalientan los chequeos periódicos. Por eso, la AHA recomienda reforzar políticas que eliminen estos obstáculos y expandan el acceso también mediante nuevas modalidades, como la telemedicina.
**Ocho Factores Clave para la Salud Cardiaca**
La American Heart Association identifica ocho factores esenciales para un corazón sano, incluidas la dieta, el sueño y la actividad física. Los jóvenes estadounidenses muestran puntajes especialmente bajos en alimentación y niveles recomendados de movimiento. La escasa formación en cocina o la dependencia de menús rápidos contribuyen a que la dieta pierda calidad al dejar la casa familiar. Cocinar en casa ayuda a limitar el sodio y aumenta el equilibrio nutricional. Tener habilidades básicas de cocina correlaciona, según los informes, con mejores hábitos maduros y riesgos menores de enfermedad cardiovascular. Además, la oportunidad de actuar desde temprano no solo mejora la salud futura, sino que también tiene impacto en variables como la fertilidad o los embarazos. El mal control de la presión, el azúcar o el colesterol predispone a complicaciones tanto a corto como a largo plazo.
**La Importancia de la Educación y el Apoyo**
El papel de quienes acompañan a los jóvenes, desde médicos hasta cuidadores y educadores, se torna central. Se recomienda aprovechar cualquier instancia de contacto sanitario para plantear el tema cardíaco y ofrecer información que ayude a entender los riesgos y opciones de cambio. El informe también pone el foco en el contexto social: la disponibilidad de parques, el nivel educativo y la estabilidad económica son variables que aumentan o disminuyen el riesgo. Las campañas de información y prevención buscan llegar no solo a los campus universitarios o consultorios sino también a empleadores, comunidades y redes sociales. La importancia de tejer lazos personales saludables ocupa un capítulo aparte. Las conexiones sociales —íntimas, estables y no solo virtuales— se asocian con mejores resultados en salud general y cardiovascular. El llamado de los expertos es claro: la adultez temprana representa la mejor ventana para intervenir y evitar una epidemia cardíaca precoz. Las decisiones adoptadas en esta etapa no solo definen el bienestar presente, sino que pueden evitar complicaciones graves en las décadas siguientes. La prevención, la información y el acceso temprano a servicios de salud se presentan como las mejores herramientas para proteger la salud cardiovascular de las nuevas generaciones.
 
									 
					 
