La desigualdad patrimonial en España ha sido un tema recurrente en el debate social y económico, especialmente en los últimos años. Un reciente estudio de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea) ha puesto de manifiesto que la riqueza de la mitad de la población se ha mantenido prácticamente inalterada durante las últimas dos décadas, mientras que el 1% más rico ha visto cómo su patrimonio se incrementaba de manera significativa. Este fenómeno no solo refleja una creciente brecha económica, sino que también plantea serias preguntas sobre la movilidad social y la equidad en el acceso a oportunidades económicas.
La investigación revela que en 2022, el 50% de la población acumulaba solo el 7,1% del patrimonio total, una cifra que ha permanecido casi constante desde 2002. En contraste, el 1% más rico ha aumentado su participación en la riqueza nacional del 13,6% al 21,1%. Este aumento en la concentración de la riqueza es alarmante y sugiere que las políticas económicas y sociales no han logrado abordar las desigualdades existentes.
### La Estructura de la Desigualdad Patrimonial
La estructura de la desigualdad patrimonial en España es compleja y multifacética. Según el estudio, el 10% más rico ha incrementado su cuota de riqueza del 29,1% al 32,6% en el mismo periodo. Esto indica que no solo el 1% más privilegiado está acumulando riqueza, sino que también el siguiente decil está viendo un crecimiento en su patrimonio. En cambio, la mitad más pobre de la población sigue atrapada en una situación de escasa movilidad patrimonial, con una cuota que apenas supera el 7%.
Una de las principales razones detrás de esta acumulación desigual es la diferencia en los tipos de activos que poseen los distintos grupos de ingresos. Los hogares más ricos suelen tener inversiones diversificadas, que incluyen activos financieros y segundas viviendas, cuya valorización ha crecido significativamente tras la crisis financiera de 2008. Por otro lado, los hogares de menores recursos dependen casi exclusivamente de su vivienda principal, que ha tenido un crecimiento más lento en su valor.
Además, la capacidad de ahorro es otro factor determinante. La mitad inferior de la población enfrenta dificultades para ahorrar y, en muchos casos, vive endeudada. Esto limita aún más su capacidad para acumular patrimonio y mejorar su situación económica. La recuperación económica post-crisis ha beneficiado desproporcionadamente a aquellos con mayores recursos, quienes han podido aprovechar las oportunidades de inversión que se han presentado en los últimos años.
### La Movilidad Social y sus Desafíos
La movilidad social en España se ha visto afectada por esta creciente desigualdad patrimonial. A medida que la brecha entre ricos y pobres se amplía, las oportunidades para que las personas de clases sociales más bajas mejoren su situación económica se reducen. Esto es especialmente preocupante en el contexto de la juventud, donde los menores de 30 años no han logrado recuperar los niveles de empleo previos a la crisis. La falta de acceso a empleos estables y bien remunerados, junto con el alto costo de la vivienda, ha creado un entorno en el que la movilidad social se convierte en un desafío casi insuperable.
El índice de Gini, que mide la desigualdad en la distribución de la riqueza, ha aumentado de 0,57 en 2002 a 0,69 en 2022. Este incremento es un claro indicador de que las brechas patrimoniales no solo se han mantenido, sino que se han ampliado de manera significativa. A nivel regional, la desigualdad también es evidente, con comunidades como Madrid y Baleares mostrando niveles de riqueza media mucho más altos que otras como Extremadura o Andalucía.
La situación se complica aún más por la crisis de la vivienda, donde los precios de las propiedades han aumentado a un ritmo mucho más rápido que los salarios. Esto ha llevado a que muchas familias jóvenes se vean obligadas a vivir con sus padres o a alquilar en lugar de comprar, perpetuando así el ciclo de la desigualdad.
La falta de políticas efectivas que aborden estas cuestiones ha llevado a un estancamiento en la movilidad social. Las reformas en el mercado laboral, la educación y la vivienda son esenciales para crear un entorno más equitativo. Sin embargo, la implementación de estas reformas a menudo se encuentra con resistencia política y social, lo que dificulta su avance.
En resumen, la desigualdad patrimonial en España es un problema estructural que requiere atención urgente. La acumulación de riqueza en manos de unos pocos no solo es un desafío económico, sino que también plantea cuestiones éticas sobre la justicia social y la equidad. La falta de movilidad social y las crecientes brechas patrimoniales son señales de que el sistema actual necesita ser revisado y reformado para garantizar un futuro más justo y equitativo para todos los ciudadanos.