En julio de 2025, España alcanzó un hito significativo en su política energética al reducir sus importaciones de gas ruso a niveles mínimos desde el inicio de la guerra en Ucrania. Con un total de 2.150 gigavatios hora (GWh) de gas recibido, esta cifra es comparable a la de febrero de 2022, justo antes de que comenzara el conflicto bélico. Este cambio en la dinámica de importación refleja una tendencia a la baja que ha estado en curso desde el pico de compras de gas ruso en 2023 y 2024, cuando los contratos existentes comenzaron a expirar.
Los datos proporcionados por el Boletín Estadístico del Gas, elaborado por Enagás, indican que la cuota del gas ruso en las importaciones totales se ha reducido drásticamente, alcanzando solo el 6,9% en julio de 2025. Este es el porcentaje más bajo desde el 5,7% registrado en febrero de 2022, cuando las importaciones de gas ruso alcanzaron su punto más alto antes de la guerra. La disminución en las compras de gas ruso se ha visto impulsada por la decisión de empresas como Naturgy de no renovar contratos desde el inicio del conflicto, lo que ha llevado a una reducción acumulada del 47,6% en las importaciones de gas ruso, que hasta julio de 2025 se situaron en 28.357 GWh.
A diferencia del petróleo ruso, que dejó de llegar a las refinerías españolas en mayo de 2022, las importaciones de gas licuado han experimentado un aumento significativo. A pesar de la caída en las importaciones de gas ruso, este país se había convertido en el segundo mayor suministrador de gas a España, gracias a la llegada de gas en barcos. Sin embargo, en julio de 2025, las importaciones de gas ruso se desplomaron un 71,8% en comparación con el año anterior, lo que llevó a Rusia a caer hasta la quinta posición en la lista de proveedores, siendo superada por Argelia (32,9%), Estados Unidos (20,6%), Angola (13,3%) y Nigeria (12,9%).
A pesar de esta caída en julio, Rusia se mantiene en el tercer puesto en el acumulado del año, con un 12,9% de participación en las importaciones totales, solo superada por Argelia (32,5%) y Estados Unidos (29,8%). En 2024, las importaciones de gas ruso alcanzaron los 72.360 GWh, lo que representa una disminución del 0,5% en comparación con 2023, cuando Rusia fue el segundo país con más ventas a España, solo detrás de Argelia. En ese año, la participación del gas ruso en las importaciones totales fue del 21,3%, un aumento respecto al 18,3% de 2023.
La tendencia de reducción en las importaciones de gas ruso se ha mantenido constante desde 2022, cuando las importaciones alcanzaron los 56.021 GWh, un incremento del 54,8% respecto a 2021. En los últimos meses de 2022, Rusia superó a Nigeria y se consolidó como el tercer mayor proveedor de gas a España. Sin embargo, en el conjunto del año, Rusia se mantuvo como el cuarto mayor importador de gas, solo detrás de Estados Unidos, Argelia y Nigeria.
Este cambio en la política de importación de gas refleja no solo la respuesta de España a la crisis geopolítica provocada por la invasión de Ucrania, sino también un esfuerzo por diversificar sus fuentes de energía y reducir la dependencia de un solo proveedor. La situación actual plantea interrogantes sobre el futuro de las relaciones energéticas entre España y Rusia, así como sobre la capacidad de España para adaptarse a un entorno energético en constante cambio.
La reducción de las importaciones de gas ruso también puede tener implicaciones en el mercado energético europeo en general. A medida que más países europeos buscan reducir su dependencia del gas ruso, la competencia por otras fuentes de energía se intensificará. Esto podría llevar a un aumento en los precios del gas y a una mayor volatilidad en el mercado energético, lo que afectaría tanto a los consumidores como a las empresas.
En este contexto, es crucial que España y otros países europeos continúen explorando alternativas sostenibles y renovables para satisfacer sus necesidades energéticas. La transición hacia fuentes de energía más limpias y sostenibles no solo es esencial para abordar el cambio climático, sino que también puede contribuir a la seguridad energética a largo plazo.
En resumen, la reducción de las importaciones de gas ruso por parte de España es un reflejo de un cambio más amplio en la política energética del país y de Europa en general. A medida que la situación geopolítica evoluciona, será fundamental que España y otros países europeos sigan adaptándose y buscando nuevas formas de asegurar su suministro energético, al tiempo que se comprometen a una transición hacia un futuro más sostenible.