La inflación ha sido un tema recurrente en la economía global, y su impacto en la cesta de la compra de los hogares es innegable. En particular, los alimentos ultraprocesados han mostrado una resistencia notable frente a las subidas de precios que han afectado a otros productos frescos. Este fenómeno plantea interrogantes sobre la salud alimentaria y el acceso a una dieta equilibrada, especialmente en un contexto donde la dieta mediterránea se ve amenazada por el aumento de los precios de los alimentos frescos.
**La Resiliencia de los Ultraprocesados**
En el último año, los precios de los alimentos frescos han experimentado incrementos significativos. Por ejemplo, los huevos han subido un 18%, la ternera un 16.5% y el pescado fresco un 8%. Sin embargo, los alimentos ultraprocesados, que incluyen productos como pizzas, croquetas y snacks, han visto aumentos mucho más moderados. Los preparados de pescado, como los calamares rebozados, solo han incrementado su precio en un 1.2%, mientras que los preparados de carne, como las salchichas, han subido un 5.5%. Esta diferencia en la variación de precios sugiere que los ultraprocesados están ganando terreno en la preferencia de los consumidores, especialmente en un contexto de crisis económica.
La razón detrás de esta tendencia puede estar relacionada con la accesibilidad y la conveniencia que ofrecen los alimentos ultraprocesados. En tiempos de inflación, muchas familias se ven obligadas a ajustar su presupuesto y, a menudo, optan por productos que son más económicos y fáciles de preparar. Sin embargo, esta elección puede tener repercusiones en la salud pública, ya que los ultraprocesados suelen ser menos nutritivos que los alimentos frescos.
**El Costo de Comer Saludable**
La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha realizado un estudio que revela que el costo medio de una dieta saludable, basada en la dieta mediterránea, asciende a 216 euros al mes por persona. En contraste, una dieta que incluye una mayor proporción de alimentos ultraprocesados tiene un costo de 181 euros al mes. Esta diferencia de 35 euros puede parecer pequeña, pero representa un desafío significativo para muchas familias, especialmente aquellas con recursos limitados.
El estudio de la OCU analizó el costo de una compra compuesta por un centenar de alimentos, donde el 75% del presupuesto se destinaba a frutas, verduras, carne, pescado y lácteos, y solo un 8% a ultraprocesados. Este análisis pone de manifiesto que, aunque los alimentos frescos son más caros, su valor nutricional es fundamental para mantener una dieta equilibrada.
Además, el informe destaca que los precios de los alimentos frescos han aumentado considerablemente en el último año, con un encarecimiento del 6.7% en frutas, verduras, carne y pescado. En particular, los precios de los huevos han subido un 50% en seis meses, lo que ha llevado a muchas familias a replantearse su consumo de estos productos esenciales.
La situación se complica aún más con la eliminación de la rebaja temporal del IVA aplicada a los alimentos básicos, que se implementó a principios de 2023 para mitigar el impacto de la inflación. Esta medida fue retirada en enero de 2024, lo que ha llevado a un aumento adicional en los precios de los productos básicos. La OCU ha instado al Gobierno a reconsiderar esta decisión, argumentando que el acceso a una alimentación saludable debería ser una prioridad, especialmente en un contexto de creciente desigualdad económica.
**Desafíos para la Dieta Mediterránea**
La dieta mediterránea, reconocida por sus beneficios para la salud, se basa en un alto consumo de frutas, verduras, legumbres, cereales integrales, pescado y aceite de oliva. Sin embargo, el aumento de los precios de estos alimentos esenciales está llevando a muchas familias a optar por alternativas más baratas y menos saludables. Este cambio en los hábitos alimenticios puede tener consecuencias a largo plazo para la salud pública, incluyendo un aumento en las tasas de obesidad y enfermedades crónicas.
La OCU ha señalado que hasta el 33% de las familias en España encuentran difícil o muy difícil afrontar el gasto en frutas y verduras. Este dato es alarmante, ya que una alimentación deficiente puede contribuir a problemas de salud que, a su vez, generan mayores costos para el sistema de salud pública. La falta de acceso a alimentos saludables no solo afecta la salud individual, sino que también tiene implicaciones sociales y económicas más amplias.
En este contexto, es crucial que se implementen políticas que promuevan el acceso a alimentos frescos y saludables. Esto podría incluir subsidios para productos frescos, campañas de concienciación sobre la importancia de una alimentación equilibrada y medidas para controlar los precios de los alimentos básicos. La colaboración entre el Gobierno, las organizaciones de consumidores y el sector alimentario será fundamental para abordar este problema de manera efectiva.
**Reflexiones Finales**
La situación actual de la alimentación en España refleja un dilema entre la economía y la salud. Mientras que los ultraprocesados ofrecen una solución económica a corto plazo, su consumo excesivo puede comprometer la salud a largo plazo. La dieta mediterránea, a pesar de sus beneficios, se enfrenta a desafíos significativos debido a la inflación y el aumento de precios de los alimentos frescos. Es imperativo que se tomen medidas para garantizar que todas las familias tengan acceso a una alimentación saludable y equilibrada, que no solo beneficie a la salud individual, sino que también contribuya al bienestar de la sociedad en su conjunto.
