El dolor y la rigidez en el cuello se han convertido en una queja común entre quienes pasan largas horas utilizando dispositivos electrónicos o al volante. Este fenómeno, conocido como «cuello tecnológico», se origina por la inclinación de la cabeza hacia adelante, una postura que puede provocar molestias persistentes y limitar el movimiento. Aunque muchos buscan alivio a través de estiramientos, expertos en fisioterapia advierten que esta práctica podría agravar el problema, sugiriendo que la clave está en fortalecer los músculos en lugar de estirarlos.
### Comprendiendo el «Cuello Tecnológico»
El «cuello tecnológico» se produce cuando la cabeza se adelanta respecto al eje natural del cuerpo, una posición que se repite al mirar dispositivos electrónicos. Esta postura prolongada estira en exceso los músculos de la parte posterior del cuello, que conectan con las escápulas y la parte superior de la espalda. Según los fisioterapeutas, este estiramiento constante debilita la musculatura y puede causar dolor en la base del cuello y los hombros, así como una reducción en la movilidad.
El problema no se limita al uso de tecnología; quienes pasan mucho tiempo conduciendo también pueden desarrollar esta postura adelantada debido a la ergonomía del automóvil. La forma en que nos sentamos al volante puede contribuir significativamente a la tensión en el cuello. Por lo tanto, es esencial prestar atención a la postura no solo al usar dispositivos, sino también al conducir.
Un error común es recurrir a estiramientos para aliviar la tensión. Sin embargo, los fisioterapeutas advierten que esto puede llevar a un sobreestiramiento de los músculos en la parte posterior del cuello. Lo que realmente se necesita es un enfoque en el fortalecimiento muscular. La corrección de la postura comienza con la conciencia corporal y la ergonomía en las actividades diarias.
### Estrategias para Mejorar la Postura y Aliviar el Dolor
Para abordar el «cuello tecnológico», se recomienda una serie de ejercicios de fortalecimiento que contribuyen a mejorar la postura y reducir el dolor. Uno de los ejercicios más efectivos es el conocido como «ángeles de pared». Este ejercicio consiste en colocarse de pie con la espalda, los hombros y la cabeza apoyados en una pared, y deslizar los brazos hacia arriba y abajo manteniendo el contacto con la superficie. Este movimiento favorece la movilidad del tórax y los hombros, ayudando a contrarrestar la tendencia a encorvarse.
Otro ejercicio recomendado es la rotación torácica en la pared. Para realizarlo, se adopta una posición de medio arrodillado junto a una pared, con el muslo y la rodilla en contacto con la superficie. Con las manos detrás de las orejas, se rota el torso hacia un lado hasta que ambos codos se aproximen a la pared, y luego hacia el lado opuesto, alternando el movimiento. Este ejercicio mejora la movilidad de la parte superior de la espalda, un aspecto que suele verse limitado por las posturas sedentarias.
Las variantes de remo también son altamente efectivas. El remo a un brazo se realiza con una banda elástica anclada a la altura del pecho; de pie y con el torso erguido, se tira de la banda hacia atrás, activando los músculos de la espalda y los hombros. La variante de remo de arriba hacia abajo implica anclar la banda por encima de la cabeza y, desde una posición de medio arrodillado, tirar de ella hacia las costillas, manteniendo el hombro bajo y el pecho elevado. Ambos ejercicios fortalecen la musculatura entre las escápulas y favorecen una mejor alineación de los hombros y la cabeza.
Por último, se pueden realizar ejercicios en «I», «T» y «Y», que se llevan a cabo tumbado boca abajo sobre una pelota de estabilidad, con los brazos extendidos en diferentes direcciones para formar las letras mencionadas. Al elevar los brazos y juntar las escápulas en cada movimiento, se trabaja la musculatura que sostiene la parte superior de la espalda y se promueve una postura más erguida. Estos ejercicios pueden realizarse de forma individual o combinada, y se pueden añadir pesas ligeras para aumentar la dificultad.
La constancia y la progresión gradual son esenciales para obtener resultados. No se trata de mantener una postura perfecta durante todo el día, sino de avanzar poco a poco, incorporando estos hábitos y ejercicios en la rutina diaria. Con práctica y paciencia, la postura mejora y el malestar disminuye. La clave está en ser proactivos en la búsqueda de soluciones y en la implementación de cambios que favorezcan la salud del cuello y la espalda.