En la intersección de Arturo Soria y José Silva, en Madrid, se erige una placa que recuerda un trágico suceso ocurrido hace tres décadas. Este Sábado Santo, el 19 de abril de 2025, se conmemora el atentado fallido contra José María Aznar, entonces líder de la oposición y futuro presidente del Gobierno. La placa, que rinde homenaje a Margarita González Mansilla, la única víctima mortal del ataque, es un recordatorio de la violencia que marcó la historia reciente de España y de cómo un momento puede cambiar el rumbo de un país.
A las 8:11 de la mañana de aquel miércoles de primavera en 1995, un coche bomba estalló con la intención de acabar con la vida de Aznar. En ese momento, el político viajaba en un Audi V8, un vehículo blindado que, gracias a su resistencia, salvó su vida y la de su conductor, Estanis Cumplido. La explosión, que contenía 30 kilos de amosal, fue detonada prematuramente por los terroristas de ETA, quienes temían ser descubiertos. Este error, junto con la protección del automóvil, permitió que Aznar saliera prácticamente ileso, aunque con el rostro marcado por la incredulidad y el miedo.
El atentado fallido no solo dejó una víctima mortal, sino que también tuvo un impacto significativo en el panorama político español. En un contexto donde el Partido Popular (PP) se encontraba en la diana de ETA, la explosión resonó en las elecciones municipales que se celebraban un mes después. La respuesta del electorado fue contundente; el PP logró aumentar su apoyo en varias ciudades, convirtiéndose en la segunda fuerza en Bilbao y duplicando sus votos en Vitoria. Este fenómeno se puede interpretar como una reacción del pueblo español ante la violencia y un respaldo a la oposición en un momento de crisis.
La memoria de aquel día sigue viva en la conciencia colectiva. Aznar, quien llegó a La Moncloa el 5 de mayo de 1996, recuerda el momento del atentado con un «escozor» en el rostro y la incredulidad de lo que estaba sucediendo. La imagen de su salida del vehículo, aparentemente calmado y con su traje casi impoluto, se convirtió en un símbolo de resistencia y determinación. A pesar de la gravedad de la situación, su reacción fue de firmeza, visitando a los heridos en hospitales y manteniendo su compromiso político.
El atentado también dejó una huella en la percepción de la seguridad en España. Las fuerzas de seguridad, que no lograron identificar a los responsables del ataque, se enfrentaron a un desafío en la lucha contra el terrorismo. La impunidad de ETA en muchos de sus actos violentos se convirtió en un tema recurrente, y la falta de justicia para las víctimas sigue siendo un punto de dolor en la sociedad española. La placa en Arturo Soria es un recordatorio de que la memoria histórica es fundamental para entender el presente y construir un futuro sin violencia.
El contexto político de la época también es relevante. El PSOE, bajo el liderazgo de Felipe González, había estado en el poder desde 1982, y el desgaste del gobierno se hacía evidente. La estrategia de ETA, que buscaba desestabilizar al gobierno y cambiar el rumbo político del país, se encontró con una respuesta electoral que, aunque trágica, mostró la resiliencia de la democracia española. La explosión del coche bomba no solo fue un acto de terrorismo, sino un intento de alterar el curso de la historia política de España.
La placa en la esquina de Arturo Soria y José Silva no es solo un monumento a una víctima, sino un símbolo de la lucha por la memoria, la verdad y la justicia. En un país que ha vivido momentos de gran violencia, recordar estos eventos es crucial para evitar que se repitan. La historia de Aznar y el atentado de 1995 son parte de un relato más amplio sobre la lucha contra el terrorismo y la búsqueda de un futuro en paz.
Hoy, a 30 años de aquel atentado, la reflexión sobre lo ocurrido invita a la sociedad a considerar cómo el pasado influye en el presente. La memoria de Margarita González Mansilla y de todos aquellos que sufrieron a causa de la violencia terrorista debe ser honrada y recordada. La historia de España está marcada por estos eventos, y es responsabilidad de todos mantener viva la memoria de las víctimas y trabajar hacia un futuro donde la violencia no tenga cabida.