El 16 de agosto de 2025, España se enfrenta a una de las peores crisis de incendios forestales en su historia reciente. Con más de 157.501 hectáreas consumidas por las llamas, el país atraviesa su noveno día de una ola de incendios que ha devastado especialmente las comunidades de Galicia, Castilla y León y Extremadura. La situación es alarmante, con miles de evacuaciones y un saldo trágico de tres fallecidos y varios heridos. Este año ya se ha convertido en el tercero más devastador en términos de superficie quemada en las últimas dos décadas, según datos del Sistema Europeo de Información sobre Incendios Forestales (EFFIS).
La primera quincena de agosto ha sido particularmente destructiva, con más de 115.000 hectáreas arrasadas en solo dos semanas. El Ministerio del Interior reporta que, hasta el sábado por la tarde, había 19 incendios activos en situación operativa 2, lo que indica un alto nivel de riesgo. Más de 23.600 personas han tenido que abandonar sus hogares debido a la inminente amenaza del fuego. La ola de calor que afecta a la península ha exacerbado la situación, creando condiciones ideales para la propagación de los incendios.
Uno de los incendios más significativos comenzó el 10 de agosto en Molezuelas de la Carballeda, en la frontera entre Zamora y León. Este fuego ha alcanzado dimensiones históricas, con más de 40.000 hectáreas quemadas y la pérdida de dos vidas, ambas de jóvenes que participaban en las labores de extinción. En Galicia, el incendio de Chandreja de Queija ha arrasado unas 16.000 hectáreas, convirtiéndose en el más grande registrado en la historia de la comunidad autónoma.
La propagación de los incendios ha sido facilitada por la vegetación seca, resultado de semanas sin lluvia, y por los vientos que han avivado las llamas. El fuego se ha extendido rápidamente, cruzando embalses y amenazando a varios municipios. En A Mezquita, el incendio ha consumido 9.000 hectáreas, mientras que en Oímbra se han perdido 10.500 hectáreas. La situación es crítica en Maceda, donde las llamas han afectado 3.000 hectáreas, y en Vilardevós, donde se registran tres incendios simultáneos.
La crisis no solo afecta a la población civil, sino que también ha impactado en el transporte. Renfe ha cancelado el servicio de Alta Velocidad entre Galicia y Madrid por cuarto día consecutivo, y la Dirección General de Tráfico ha cerrado 11 vías secundarias en varias provincias debido a los incendios. La Unidad Militar de Emergencias (UME) ha movilizado más de 1.300 efectivos para combatir los fuegos, sumándose a brigadas autonómicas y estatales, así como a decenas de medios aéreos. En total, más de 13.600 efectivos de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado están trabajando en las zonas afectadas.
El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, ha afirmado que, por el momento, no se contempla declarar la emergencia por los incendios, a pesar de las críticas de la oposición. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, tiene previsto visitar las zonas afectadas para evaluar la situación de primera mano. Sin embargo, los servicios de emergencia advierten que el riesgo de incendios sigue siendo muy alto, y la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) ha alertado que las condiciones climáticas no mejorarán en el corto plazo.
La crisis de incendios en España no solo plantea un desafío inmediato en términos de seguridad y salud pública, sino que también pone de relieve la necesidad de una gestión forestal más efectiva y de políticas que aborden las causas subyacentes de estos desastres. La combinación de factores climáticos, la falta de lluvias y la vegetación seca han creado un escenario propicio para la propagación de incendios, lo que exige una respuesta coordinada y efectiva por parte de las autoridades.
A medida que la situación evoluciona, es crucial que se implementen medidas preventivas y de mitigación para proteger tanto a las comunidades afectadas como al medio ambiente. La experiencia de este año debería servir como un llamado a la acción para mejorar la preparación y la respuesta ante incendios forestales en el futuro, asegurando que se tomen en cuenta las lecciones aprendidas de esta crisis devastadora.