La Cañada Real, un barrio situado a solo 14 kilómetros del centro de Madrid, se ha convertido en un símbolo de la lucha por derechos básicos en España. Desde octubre de 2020, sus habitantes viven en condiciones extremas, sin acceso a electricidad, lo que ha transformado su vida cotidiana en una lucha constante por la supervivencia. Este barrio, que alberga a aproximadamente 4.500 personas, de las cuales 1.800 son menores, ha sido objeto de atención mediática y política, pero la situación sigue siendo crítica.
La falta de suministro eléctrico ha llevado a los residentes a adaptarse a una vida sin luz, utilizando velas y linternas para realizar tareas cotidianas como estudiar, cocinar o incluso ducharse. «Este es nuestro día a día, especialmente en el sector 6. Para nosotras el lunes no hubo diferencia. La oscuridad, el frío, las velas, las linternas, las dificultades para lo más básico… esa es nuestra normalidad desde 2020», comenta Houda Akrikez, mediadora intercultural y líder vecinal de la Cañada Real. La situación se ha vuelto insostenible, y los vecinos temen enfrentar un quinto verano sin electricidad, lo que agrava aún más su situación.
La empresa Naturgy, responsable de la distribución de electricidad en la zona, cortó el suministro alegando la existencia de conexiones ilegales vinculadas a actividades ilícitas, como el cultivo de marihuana. Sin embargo, los residentes y la Plataforma Cívica Luz Ya han argumentado que esta justificación es insuficiente. «Falta voluntad política», afirma Houda, quien lamenta que, a pesar de sus esfuerzos por dialogar y buscar soluciones, las administraciones se pasan la responsabilidad entre sí. «Nadie asume el compromiso de garantizar este derecho fundamental», añade.
Los vecinos de la Cañada Real no solo demandan el restablecimiento inmediato del suministro eléctrico, sino también la posibilidad de firmar contratos de suministro como cualquier ciudadano. La falta de electricidad no solo afecta su calidad de vida, sino que también tiene un impacto emocional devastador. «Vivir así cada día te va quitando fuerzas, te hace sentir olvidada, como si no importaras», expresa Houda, quien también es madre de tres hijas pequeñas.
### La Dimensión Política y Social de la Crisis
La situación en la Cañada Real no es solo un problema de falta de electricidad; también está intrínsecamente ligada a intereses políticos y urbanísticos. La plataforma cívica ha señalado que el proyecto de desarrollo del sureste de Madrid, que incluye la construcción de cinco nuevos barrios, podría estar motivando la falta de acción para resolver el problema eléctrico en la Cañada Real. «Hay unos claros intereses urbanísticos por parte de los políticos de la Comunidad de Madrid para desalojar la Cañada Real», afirman, sugiriendo que el estigma asociado a este barrio está influyendo en la toma de decisiones.
Además, el Comité Europeo de Derechos Sociales ha condenado a España por vulnerar derechos fundamentales de los residentes de la Cañada Real, instando a una solución urgente. Este organismo ha subrayado que el acceso a la energía es un derecho humano básico y que el Estado no puede eludir su responsabilidad al subcontratar servicios a empresas privadas. La situación de pobreza energética que enfrentan los residentes es alarmante y refleja una desigualdad social que persiste en el país.
La reciente crisis de apagón que afectó a toda España ha puesto de relieve la disparidad en el acceso a servicios básicos. Mientras que millones de personas experimentaron un corte temporal de electricidad, los residentes de la Cañada Real continúan viviendo en la oscuridad. «El apagón masivo del lunes sirve para recordar que en pleno siglo XXI todavía hay barrios en España donde vivir sin electricidad es la norma diaria», señala Houda, enfatizando la necesidad de proteger lo público y garantizar que el acceso a la energía no sea un privilegio, sino un derecho.
La lucha de los vecinos de la Cañada Real es un reflejo de una problemática más amplia que afecta a muchas comunidades en España. La falta de atención a sus necesidades básicas y la ausencia de un compromiso real por parte de las autoridades han llevado a una situación insostenible. La voz de los residentes, liderada por activistas como Houda, es un llamado a la acción para que se reconozcan sus derechos y se les brinde la dignidad que merecen. La historia de la Cañada Real es un recordatorio de que la lucha por la justicia social y el acceso a servicios básicos es una batalla que aún está lejos de concluir.