Hablar de los salarios en el ámbito sanitario siempre despierta interés, especialmente cuando son los propios profesionales quienes lo explican en primera persona. En esta ocasión, un pediatra comparte su trayectoria laboral, los cambios que ha presenciado en la profesión y, sobre todo, cómo se estructuran sus ingresos. El comienzo de su carrera no fue sencillo. Él mismo recuerda que su primer contrato apenas representaba una fracción de jornada. «Trabajaba en un hospital con un contrato del 10%, a través del cual me dijeron que las semanas siguientes podrían completarme el resto del contrato en otras empresas o en la misma», explica. Ese inicio con condiciones reducidas marcó una carrera en la que la continuidad laboral no siempre es la norma. Pese a ello, con los años se ha consolidado en su especialidad: «Soy pediatra. Terminé la residencia hace cinco años, pero llevo trabajando como médico residente otros cuatro años más». En total, suma casi una década de experiencia remunerada, aunque reconoce que el contexto sigue siendo complicado.
Una de las cuestiones que más le ha impactado en estos años es el cambio en la percepción social de la medicina. Antes, asegura, el respeto hacia los médicos era casi absoluto, pero hoy se perciben como un trabajador más dentro del engranaje del sistema. Esto repercute en la presión con la que la ciudadanía acude a los hospitales y en la exigencia constante hacia quienes atienden. Por otro lado, el tema económico es central en su testimonio. El pediatra recuerda con claridad cuánto recibía al inicio: «Contando solo ese 10%, no llegaba ni a 200 o 300 euros». Con el tiempo, sus ingresos fueron creciendo, aunque siempre sujetos a la carga de trabajo y a la cantidad de guardias realizadas. Según relata: «Yo habré cobrado, desde ese momento, entre 2.300 y 2.500, y en mis mejores momentos de mucho trabajo, con diez guardias al mes de 24 horas, casi 4.000». Las guardias, de hecho, son un pilar fundamental de sus ingresos. El pediatra explica que sin ellas el sueldo base se queda corto: «Tu sueldo base, como el de cualquier persona entre los residentes, es de mil y pico euros». Una vez terminada la residencia, el salario fijo apenas supera los 2.000 euros. Sin embargo, el gran cambio se da con las horas extra: «Con las guardias te haces una diferencia de 2.000, 3.000 o 4.000 euros, según el sitio y la especialidad».
No obstante, advierte que ese sistema tiene un coste humano y profesional. Las jornadas de 24 horas pueden convertirse en un riesgo tanto para el médico como para los pacientes. Como él mismo reconoce, «hay muchas veces que es extraordinariamente peligroso» afrontar la atención tras tantas horas de trabajo continuo. Aun así, muchos médicos aceptan el modelo porque es la única vía para mejorar sustancialmente su salario. La inestabilidad laboral no es un caso aislado, sino una constante que afecta a muchos profesionales de la sanidad. «Conozco gente de 39-40 años que todavía encadena contratos laborales por bajas de maternidad, contratos de soporte de verano, de invierno y contratos precarios», afirma. Este testimonio pone de relieve la necesidad de una reforma en el sistema sanitario que garantice no solo la calidad de la atención, sino también la estabilidad y bienestar de los profesionales que la brindan.
La situación de los médicos en España es un reflejo de un sistema que, aunque ha avanzado en muchos aspectos, aún enfrenta desafíos significativos. La presión constante, la falta de reconocimiento y la precariedad laboral son realidades que deben ser abordadas para asegurar un futuro más sostenible y justo para todos los profesionales de la salud. La voz de este pediatra es solo una de muchas que claman por un cambio en un sistema que, a pesar de su importancia, a menudo deja a sus trabajadores en la cuerda floja. La salud de la población no solo depende de la calidad de los tratamientos, sino también del bienestar de quienes los proporcionan. Por lo tanto, es crucial que se tomen medidas para mejorar las condiciones laborales de los médicos y garantizar que puedan desempeñar su labor sin comprometer su salud y su calidad de vida.