Este sábado, miles de personas se unieron en protestas en más de 1.400 ciudades de los 50 estados de Estados Unidos, bajo el lema «¡Las manos fuera!». Los manifestantes se congregaron en lugares emblemáticos como capitolios estatales, oficinas de congresistas y parques, para expresar su descontento con el presidente Donald Trump y su colaborador, Elon Musk. La convocatoria fue impulsada por diversas organizaciones que abogan por los derechos civiles, veteranos, feministas, sindicatos y grupos LGBTIQ+.
Los organizadores de la protesta denunciaron que el gobierno actual está atacando a todos aquellos que no forman parte del 1% más rico de la población, incluyendo a veteranos, niños, ancianos, agricultores, inmigrantes y personas trans. En sus discursos, los convocantes enfatizaron que la lucha no solo se centra en cuestiones económicas, sino también en la defensa de los derechos y libertades fundamentales.
La organización Indivisible, una de las principales convocantes, estimó que cerca de 600.000 personas se manifestarían en todo el país. Los panfletos distribuidos en las concentraciones instaban a la movilización en respuesta a los ataques a la democracia, despidos masivos, invasiones a la privacidad y recortes en servicios públicos. Las demandas incluyeron el fin de la influencia de los multimillonarios en la política y la corrupción en la administración de Trump, así como la restauración de fondos federales para programas de salud como Medicaid y la Seguridad Social.
En la capital, Washington D.C., varios políticos tomaron la palabra para expresar su apoyo a las manifestaciones. Jamie Raskin, miembro de la Cámara de Representantes, comparó las políticas de Trump con las de Benito Mussolini, criticando su enfoque autoritario y su falta de respeto por la Constitución. Raskin recordó que el preámbulo de la Constitución comienza con «Nosotros, el pueblo», y no con «Nosotros, los dictadores».
Maxwell Frost, representante de Florida, también hizo un llamado a la acción colectiva, recordando que a lo largo de la historia, los autoritarios siempre buscan expandir su poder y desafiar los límites establecidos. Frost criticó la narrativa que culpa a los inmigrantes por la pérdida de empleos, argumentando que son las políticas de la administración las que han llevado a la deslocalización de trabajos y a la precarización laboral.
Los sindicatos de trabajadores públicos también se hicieron presentes en la manifestación, denunciando que la administración Trump está desmantelando los servicios públicos del país. Randy Erwin, presidente de la Federación Nacional de Trabajadores Federales, calificó la situación como un ataque sin precedentes a la negociación colectiva y a los derechos laborales.
Las protestas no se limitaron a Estados Unidos; también resonaron en ciudades internacionales como Londres, París y Bruselas, donde se llevaron a cabo manifestaciones de apoyo. Este fenómeno global refleja la creciente preocupación por el autoritarismo y la desigualdad económica en diversas partes del mundo.
Las manifestaciones de este sábado se enmarcan en un contexto de creciente polarización política en Estados Unidos, donde la administración Trump ha enfrentado críticas constantes por sus políticas y su estilo de liderazgo. La respuesta masiva de los ciudadanos indica un descontento generalizado que podría tener repercusiones en las próximas elecciones y en la dirección futura del país.
A medida que las protestas continúan, los organizadores han enfatizado la importancia de mantener la presión sobre el gobierno y de fomentar la participación ciudadana en la defensa de los derechos y libertades. La movilización de este fin de semana es un claro indicativo de que muchos estadounidenses están dispuestos a alzar la voz y luchar por un cambio significativo en la política del país.