La actividad física es un componente esencial para mantener una buena salud, pero muchas personas se enfrentan a barreras emocionales que dificultan la creación de una rutina sostenible. La presión por alcanzar un ideal físico o la creencia de que el ejercicio debe ser extremo para ser efectivo son solo algunas de las razones que pueden desanimar a quienes intentan mantenerse activos. Sin embargo, adoptar una perspectiva centrada en la constancia y el disfrute puede cambiar radicalmente la experiencia del ejercicio.
### Ajustando Expectativas: La Realidad del Ejercicio
Una de las trampas más comunes es la expectativa de disfrutar cada momento del entrenamiento. La psicóloga de la salud Kelly McGonigal, en un reciente evento sobre bienestar, enfatizó que incluso los entrenamientos más gratificantes tienen sus momentos difíciles. La idea de que cada segundo debe ser placentero puede llevar a la frustración y al abandono de la actividad física. En lugar de buscar la felicidad instantánea, es más beneficioso reconocer que el bienestar a menudo llega después de haber superado el cansancio y la incomodidad.
Por ejemplo, McGonigal compartió la historia de su hermana, una corredora habitual que aprendió a apreciar los tramos más difíciles de sus carreras, ya que son esos momentos los que la hacen sentir más fuerte. Esta reconfiguración mental permite que las personas valoren la constancia y el esfuerzo, en lugar de centrarse únicamente en el disfrute inmediato. Robin Arzón, entrenadora de Peloton, también subrayó que la verdadera victoria a veces radica simplemente en presentarse a la sesión de entrenamiento, independientemente de cómo se sienta uno durante el proceso.
### La Importancia del Impulso sobre la Motivación
La motivación es un concepto efímero; esperar a sentirse inspirado para hacer ejercicio puede resultar en una inacción prolongada. Arzón argumenta que lo que realmente sostiene una práctica duradera es el impulso, que se construye a través de la repetición y la creación de hábitos. Este enfoque se basa en la idea de que no es necesario ser perfecto en cada sesión de entrenamiento, sino simplemente hacer el esfuerzo de participar.
Establecer una rutina, aunque sea mínima, puede generar una inercia positiva que ayude a superar los bloqueos iniciales. Con el tiempo, esta constancia puede transformar la identidad de una persona: ya no es alguien que “intenta hacer ejercicio”, sino alguien que realmente lo hace. Esta evolución en la percepción personal es fundamental para mantener un estilo de vida activo y saludable.
### La Comunidad como Motor de Motivación
El ejercicio no solo es un esfuerzo individual; también tiene un fuerte componente social que a menudo se pasa por alto. McGonigal explicó que al ejercitarse en grupo, nuestros cerebros entran en un estado que los neurocientíficos denominan “modo nosotros”. Este estado se caracteriza por una mayor confianza y sentido de pertenencia, lo que puede tener un impacto significativo en la adherencia a la actividad física.
Las personas que entrenan en grupo tienden a mantener su rutina por más tiempo, reportando niveles más altos de disfrute y formando vínculos emocionales más sólidos. La sensación de conexión y propósito compartido puede ser el empujón emocional que muchos necesitan para comenzar y continuar su viaje hacia un estilo de vida más activo. En un mundo donde el individualismo es predominante, el ejercicio en comunidad ofrece una vía tangible para construir relaciones y apoyo mutuo.
### Un Enfoque Compasivo hacia el Ejercicio
Cambiar la relación con el ejercicio no implica convertirse en un atleta o esperar una chispa de motivación. Lo esencial es aceptar la incomodidad inicial, construir impulso a través de hábitos y buscar espacios donde el movimiento se realice en compañía. Al dejar de idealizar la experiencia y comenzar a valorarla como un proceso, el ejercicio puede transformarse de una carga a una fuente de bienestar.
En un entorno saturado de imágenes perfectas y mensajes de alto rendimiento, adoptar una visión más compasiva y colectiva sobre el entrenamiento puede ser el paso que muchas personas necesitan para enamorarse del movimiento. Al final, el ejercicio debe ser una celebración de lo que nuestros cuerpos pueden hacer, en lugar de una lucha constante por cumplir con estándares inalcanzables.